Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosa mente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo.(Filipenses 3:20)
Me he dado cuenta de que, hoy en día, muchos reclaman con nacionalismo por su patria desde el púlpito, buscando incluso apoyar a candidatos, utilizando la congregación como lugar de acción política, orientada a cambiar las cosas en el aquí y el ahora del país en el que residimos.
¿Y que de nuestra primera patria, la patria celestial? Una patria UNIDA como dicen las escrituras:
Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. (Efesios 4.4-6)
Una patria donde hay calvinistas, arminianos, metodistas, bautistas o pentecostales, etc. No olvidemos nuestra ciudadanía sobre la cual la escritura dice:
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios .(Efesios 2.19)
Tampoco olvidemos que obedecemos a un rey, un rey ungido, que a diferencia de los reyes terrenales ¡Sí dio su vida en sacrificio por todos!
Oramos y bendecimos la tierra que nos vio nacer, pero en esta somos peregrinos y no vale la pena separarnos por corrientes políticas, que fueron creadas para clasificar, dividir y separar a las personas. Pues más allá de la contingencia política actual o de nuestras preferencias partidarias, nuestro llamado y misión son claros, somos llamados a mantenernos unidos en Cristo.
Commenti