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Solo Dios es Indispensable

  • hace 2 días
  • 2 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/2hftcWjf7E0


Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15:5)


En el cuerpo de Cristo, todos tenemos un papel. Algunos enseñan, otros sirven, otros oran en lo secreto. Y a veces, al ver frutos en lo que hacemos, surge una voz sutil en nuestro corazón que susurra: “Si yo no estuviera aquí, esto se caería”. Sin darnos cuenta, pasamos de la gratitud a la autosuficiencia. De reconocer que todo proviene de Dios, a pensar que somos nosotros el eje central.


Pero la verdad es clara: no hay nadie indispensable excepto Dios. Las iglesias no se sostienen por las manos humanas, sino por la fidelidad de aquel que las compró con su sangre. Los ministerios no avanzan por la fuerza del talento, sino por la gracia que Dios da. Nuestra respiración, nuestras ideas, nuestra energía, etc. todo es un préstamo del cielo.


En 1 Corintios 3:7, Pablo escribe: “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”.  El Señor Jesús quiere que sirvamos con todo el corazón, sí. Pero también quiere que sepamos que el Reino de Dios no depende de nosotros, sino de Él. Cuando el orgullo nos hace creer que somos irremplazables, perdemos de vista quién es el verdadero Dueño de la obra. Y cuando descansamos en Él, podemos servir con libertad, sabiendo que no somos el centro; Él lo es.


Dios puede seguir obrando aunque nosotros no estemos. Puede usar a otros. Puede hacerlo sin ninguno. Eso no nos rebaja: nos libera. Nos recuerda que somos siervos, no señores. Y nos enseña a servir con humildad, sabiendo que el único indispensable es el Señor Jesús.

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