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Una esperanza viva

  • hace 3 horas
  • 1 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/zB2kIkX9Ta4


Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros. (1 Pedro 1:3–4)


La resurrección del Señor Jesús no fue solo el clímax de la redención, sino también el amanecer de una nueva esperanza para todo aquel que cree. No estamos siguiendo a un líder muerto, sino a un Salvador vivo que venció el sepulcro, rompió las cadenas de la muerte y abrió el camino a una vida eterna con Él.


Esta “esperanza viva” no es un simple deseo ni un consuelo emocional. Es una certeza fundamentada en un hecho histórico: Jesucristo resucitó. Y porque Él vive, nosotros también viviremos (Juan 14:19). Esa esperanza no cambia con las circunstancias ni se desvanece con el tiempo. Está anclada en la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y la muerte.


La resurrección de Cristo nos asegura que: Nuestros pecados han sido perdonados. Nuestra fe no es en vano. Y nuestro futuro está asegurado. Aun cuando enfrentamos dolor, muerte o incertidumbre, los cristianos tenemos una esperanza que no puede ser apagada. Además, la muerte ya no es el enemigo final al que nos tendremos que enfrentar sin esperanza, por el contrario, sabemos que vendrá el día en que resucitaremos con cuerpos glorificados, y estaremos para siempre con nuestro Señor.

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