El fruto del justo y el camino del impío
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Versión en video: https://youtu.be/y5cJKyCAuUQ
La justicia del perfecto enderezará su camino; mas el impío por su impiedad caerá. (Proverbios 11:5)
Proverbios 11 nos ofrece una rica y clara exposición del contraste entre el justo y el impío, no solo en sus actos, sino también en sus consecuencias. Este capítulo no presenta la justicia como un ideal inalcanzable, sino como un estilo de vida práctico que trae bendición, estabilidad y honra. Al mismo tiempo, desenmascara la senda del impío, marcada por la arrogancia, el egoísmo y la ruina final.
El justo no vive para sí mismo (V. 30). Su vida bendice a otros. Como un árbol que da sombra, oxígeno y alimento, así es quien camina en integridad. Su influencia permanece y sus decisiones reflejan temor de Dios. Este versículo conecta la justicia con el impacto eterno: ganar almas. El justo no solo hace el bien, sino que lleva a otros hacia la fuente del Bien.
La gran trampa del injusto es creer que puede controlar su destino mediante poder o posesiones (V.4). Pero en este proverbio se nos recuerda que, cuando llegue el día malo, solo la justicia —la rectitud delante de Dios— podrá sostenernos. No se trata de cuánto acumulamos, sino de cuán alineados estamos con el corazón de Dios.
En el verso nueve, se nos habla que la integridad del justo lo protege. No necesita trampa ni doblez para avanzar. Su andar es transparente. El impío, en cambio, usa su lengua como arma, pero su propio veneno termina atrapándolo. Dios mismo protege al justo con sabiduría, porque su confianza no está en su astucia, sino en el Señor.
Hagamos un alto para examinar nuestros caminos. ¿Nos estamos dejando guiar por la verdad, la rectitud, y el temor del Señor? ¿O estamos confiando en nuestros propios medios, en nuestro ingenio o en nuestras posesiones? Proverbios 11 no solo es una advertencia, sino una invitación: vivir como justo, caminar en integridad, para ser como árbol plantado junto a corrientes de agua.
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