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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Seamos agradecidos



Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18)

En un pueblo de la sabana en África, un misionero acababa de instalar un panel solar en el techo de una cabaña. La tarde pasó y la noche llegó. Toda la familia se reunió en el interior de la cabaña para ver ese prodigio: ¡una simple bombilla que colgaba de un cable y que iluminaba toda la habitación!

Entonces, el padre de familia se levantó y oró: «Padre celestial, ¡muchas gracias por darnos esta luz! Por favor, ayúdanos a no enorgullecernos porque somos los únicos del pueblo que tenemos esta instalación».

Hoy en día damos por sentado muchas cosas de la tecnología que disfrutamos y muy pocas veces (o nunca) damos gracias por lo que tenemos. Por ejemplo, un hermano contó una vez lo siguiente: «Un problema del teléfono hizo que no pudiese emplearlo durante tres días. Esto me irritó mucho, y en verdad no recuerdo haber dado gracias a Dios cuando el teléfono volvió a funcionar». Tantas veces nos centramos en lo que tenemos, que olvidamos dar gracias por lo que sí tenemos, aunque esto no nos parezca del todo bueno. Pero recordemos lo que dice la Biblia: «Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?» (1 Corintios 4:7). Todo lo hemos recibido de Dios, razón por la cual le debemos dar las gracias en todo, tal como dice el versículo del encabezado.

No obstante, como estamos acostumbrados al bienestar material, finalmente lo consideramos normal y, por tanto, no valoramos debidamente las bendiciones diarias de Dios. Creo que cada creyente debería pedirle a Dios que nos ayude a no acostumbrarnos a nuestra comodidad, para así no olvidar dar gracias a Dios por ello. Es como lo que le pidió Agur a Dios:

No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios. (Proverbios 30:8–9)

Así que, hermanos, seamos agradecidos con Dios, porque cada día son nuevas sus misericordias para con nosotros (Lamentaciones 3:22–23).


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