¿Ganas de predicar? Pero ¿a quién?
Si invitas a algún familiar, amigo o vecino a escuchar por Zoom el evangelio de Cristo, probablemente te va a decir: “mmm, voy a ver, pero gracias por invitar; o ¡ah que bueno que se conecten por ese medio! ”; sin embargo, rechaza de todas formas. Lo digo porque así me han respondido.
Eso con los inconversos, pero aquellos creyentes tibios, los que antes de la pandemia iban poco a las reuniones y que daban excusas como: “No pude ir, es que tengo mucho trabajo; no pude ir por los niños; tuve un compromiso de última hora, etc. Son los que hoy dicen: Es que en casa no hay tiempo para orar, para leer la Biblia; es que no alcanzo entrar a la reunión en Zoom; no puedo conectarme, porque no tengo espacio para escuchar, etc. Estos creyentes son los que no le predican a nadie y no obstante, ¡EL MUNDO MUERE SIN CRISTO!
Ahí nos damos cuenta cuán veraces son las escrituras, pues dicen:
¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. (Eclesiastés 1.10)
Tengo veintiséis sobrinos, de los cuales ninguno es creyente, ni uno solo; algunos tuvieron padres cristianos. A pesar de tener padres inconversos, la mayoría de ellos fueron llevados por sus padres a la escuela dominical cuando eran niños. Antes de esto, les advertíamos que en el tiempo del fin vendrían pestes y desastres, etc. Y hoy en día, repetidamente, les hablamos de los tiempos peligrosos que están por venir, pero ¿qué pasa? Tienen los oídos tapados; nos miran como si les habláramos en otro idioma. Te miran y te dicen, ok, como queriendo decir: “no me interesa”.
Oiga, es que este mundo se está por acabar ¿y los cristianos aún no despertamos?
Antes éramos libres de ir y hacer lo que quisiéramos, sin embargo, hoy estamos bajo confinamiento, pero ¿y qué hicimos con ese tiempo que Dios nos dio? Lamentablemente ya nos fue quitado y muchos no lo supimos aprovechar ¿verdad? Ahora, ¿quién nos tiene en esta situación de encierro? ¿El Covid-19, los chinos, la OMS, acaso es la ONU? No, sino que está escrito:
¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que Dios no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno? ¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado. (Lamentaciones 3.37-39)
Hemos llegado a tiempos peligrosos, pues estamos llegando al fin. Cosas peores vendrán sobre el mundo pecador; no obstante aún nos queda un poquito de luz para predicar, todavía existe una leve esperanza de salvación para que el mundo impío sea salvado. Aunque tristemente los inconversos (y también muchos creyentes) tienen “comezón de oír” (2 Timoteo 4.3).
Poco a poco están comenzando las prohibiciones para predicar el evangelio, pero ¿qué respondieron los apóstoles cuando se les prohibió hablar en el nombre de Jesús?
Es necesario obedecer a Dios, antes que los hombres. (Hechos 5.29)
No perdamos más nuestro tiempo y prediquemos sin amedrentarnos por lo que vendrá, pues si debemos padecer por Cristo ¡bien, que así sea! Pongamos nuestro gozo en el galardón prometido en el cielo y no en lo que ven nuestros ojos.
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