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  • Foto del escritorIris P.

ORAR ES ESTAR COMUNICADO TODO EL TIEMPO CON DIOS


Hermanos, ¿cuánto estamos orando en el día? Al conversar con algunos hermanos me han dicho lo siguiente: “es que no tengo tiempo de orar, porque salgo muy temprano a mi trabajo y en la noche llego muy cansado”. Y tantas veces oímos decir: “yo no oro, porque Dios nunca me responde”. ¿O es que acaso al Señor le tenemos solo para pedirle cosas? Es decir que ¿solo tenemos tiempo para pedir? Y ¿cuándo tenemos tiempo para darle gloria con acciones de gracias? El Señor dijo:

Orad que no entréis en tentación. (Lucas 22.40 RVR60)

Si no oramos, la fe se debilita y se apaga el fuego de la misma. La oración es la conexión con Dios. Por ejemplo, cuando un ser querido se va lejos, queremos pasar conectados con él y buscamos los medios para hacerlo. Cuánto más deberíamos afanarnos de estar comunicados con el Señor en todo el tiempo.

¿Alguna vez usted ha despertado en la noche, sin sueño alguno y siente que no puede volver a conciliar el sueño? Bueno, es Dios quien le ha despertado para que usted se comunique con Él. Ya sea que se levante o se siente en su cama, lo importante es que se ponga a orar y no a divagar con su mente; si ora, verá que no puede dejar de conversar con Él y el Espíritu Santo traerá a su mente todo lo que necesita poner delante de Dios. El salmista decía:

Y con labios de júbilo te alabará mi boca. Cuando me acuerde de ti en mi lecho, Cuando me medite de ti en las vigilias de la noche. Porque has sido mi socorro. (Salmos 63.6-7)

Hermanos, no perdamos esa linda comunión con nuestro Señor. Podemos orar en todo lugar en la calle, en el auto, en la casa, de camino a algún lugar, etc. No dejemos de doblar nuestras rodillas a solas en nuestros cuartos con nuestro Dios.

Recordemos que Dios tiene un día que le pertenece, el primer día de la semana (domingo), el cual no lo podemos ocupar para nosotros o para la familia, pues es exclusivamente de Él. Recuerde que un día todos daremos cuenta delante de Dios sobre nuestros actos. No podemos robar lo que le pertenece a Dios.

¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. (Malaquías 3.8)

Sigamos las pisadas de Jesús, ya que Él se apartaba a lugares desiertos para estar a solas orando con su Padre.


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