Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 6:1)
Las redes sociales (RRSS) llegaron a nuestras vidas hace ya varios años y definitivamente han cambiado la forma de la sociedad. Si bien, desde un punto de vista cristiano, son muy útiles para proclamar el evangelio y la Palabra de Dios, mientras que, por otro lado, son un arma de doble filo, filo que a veces no notamos. Por ejemplo, el uso de nuestro tiempo o la vanidad implícita de las famosas selfis de la que tantos creyentes son presa.
Para nadie es un secreto que las RRSS son adictivas y nos hacen perder la noción del tiempo y ser menos productivos. Por eso debemos oír la advertencia que Dios que nos dice: «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (Efesios 5:15–16). Otro «filo» del que debemos cuidarnos, son las mentiras.
En las RRSS, por ejemplo, nadie muestra su verdadero rostro, todo el mundo presenta «la mejor versión de sí mismo», lo que básicamente es mentira. No existen las vidas perfectas, las familias perfectas, los cuerpos perfectos, etc. Las RRSS nos instan a mentir continuamente; mientras que su Palabra es clara cuando nos dice: «No dirás falso testimonio contra tu prójimo» (Deuteronomio 5:20). Lo que es peor, es las razones por las que subimos algo a las RRSS. El escritor del libro Espiritual y conectado: Cómo usar y entender las redes sociales con sabiduría bíblica, decía: «¿Cuántas veces publicamos algo «edificante» o sabio para presumir un poco de nuestra supuesta sabiduría y bondad, aunque no vivamos conforme a nuestras publicaciones? Esto es algo que todos nosotros, empezando por mí mismo, haríamos bien en preguntarnos más seguido». En el versículo del encabezado, el Señor nos dijo: «Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres».
Mis hermanos, meditemos en esto, puesto que no necesitamos los «me gusta» del mundo, como creyentes, no debemos buscar la aprobación del mundo, sino que debemos procurar serle agradables a Dios, tal como se nos manda en su Palabra: «Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más» (1 Tesalonicenses 4:1). Cuidémonos de las sutiles de estas armas del enemigo, que busca desviarnos y hacernos tropezar.
コメント