Los hijos, bienaventuranza de Dios
- 26 feb
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Versión en video: https://youtu.be/oBgAmcLNyvY
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta. (Salmos 127:3-5)
Este salmo nos recuerda que todo en la vida depende de la bendición de Dios. Desde el inicio del capítulo, se nos advierte que sin el Señor, nuestros esfuerzos son en vano (v. 1). Luego, en los versículos 3 al 5, se nos presenta a los hijos como una bendición divina, comparándolos con flechas en manos de un guerrero.
En la cultura hebrea, los hijos eran una señal de favor de Dios y una fortaleza para la familia. Y el pasaje nos muestra que aquel cuya “aljaba está llena” no será avergonzado cuando enfrente desafíos. Esto significa que la persona que ha invertido en un legado de fe, guiando a su familia o a otros en la verdad de Dios, tendrá respaldo y fortaleza en momentos de prueba.
Esta bienaventuranza nos recuerda que la mayor seguridad no viene de la riqueza, el poder o la influencia, sino de lo que sembramos en las vidas de los demás para la gloria de Dios.
Y así como un guerrero se siente seguro con su aljaba llena de flechas, una familia fortalecida en el temor del Señor es una fuente de apoyo y protección. No se trata solo de cantidad de hijos, sino de criarlos en la sabiduría y temor de Dios, para que sean un testimonio firme en la sociedad.
El énfasis del pasaje no está en la cantidad de hijos, sino en la bendición que representan cuando son formados en la verdad de Dios. Un creyente que invierte en la vida de otros —ya sea con hijos biológicos o espirituales— está sembrando un legado que dará fruto en el futuro.
No importa cuál sea nuestra situación familiar, este versículo nos enseña que nuestra seguridad no está en nuestras posesiones, éxito o influencia, sino en lo que edificamos para la gloria de Dios.
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