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  • Foto del escritorAlexis Sazo

La voluntad de Dios


El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra. Proverbios 21.21


La voluntad de Dios no es lo que nosotros queremos, esperamos o pedimos; lo que Él desea siempre es bueno, pero muchas veces no lo entendemos y hasta nos parece malo lo que nos pide y algunas otras hasta parece irracional, pero no está en nosotros saber los tiempos y las sazones de Dios (Hechos 1.7). Bien dice su Palabra:


Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:8-9)

Ahora, cuando Dios nos ordena hacer algo no es nuestra función decirle ¿Por qué Señor? E incluso, como la obediencia conlleva sumisión, ni siquiera debemos preguntar un “¿para qué?” A nosotros nos compete callar y acatar, porque somos meros siervos (esclavos), llamados a la obediencia.


Por ejemplo, si miramos a Abraham, este tuvo a Isaac siendo ya viejo (100 años). Aunque Dios le prometió que de su descendencia haría una gran nación, pero no por eso Abraham cuestionó a Dios cuando le ordenó matar a Isaac; no lo vemos preguntar ¿por qué Dios?¿Para qué me pides esto? Tampoco le pidió a Dios que le ayudara a entender su voluntad. Por esta razón Abraham es el padre de la fe.


Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. (Hebreos 11:17 y 19)

Mis hermanos, como mencioné recién, nosotros somos solo esclavos de Dios, eso significa ser siervo de él; y como sus esclavos no nos compete cuestionar sus mandatos. En nuestro Señor tenemos el ejemplo perfecto.


Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. (Juan 6.38)

Y nuestro Señor y salvador es nuestro ejemplo a seguir. Su vida, fue una de completa sumisión, asimismo nos mostró su obediencia hasta la muerte.


Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. (Mateo 26.39)

Además, cuando hacemos la voluntad de Dios jamás nos equivocamos; así que, en vez de cuestionarla, por qué mejor no la acatamos, pues es lo que le agrada a nuestro Dios.


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