La bendición de obedecer a Dios
- 20 ene
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Versión en video: https://youtu.be/N8tS1vEiSMg
Si quieres, y obedeces, comerás de lo mejor de la tierra. (Isaías 1:19)
La obediencia a Dios es mucho más que una simple acción externa; es una expresión genuina de nuestro amor y confianza en Él. El Señor Jesús mismo dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). A través de nuestra obediencia, mostramos que reconocemos su autoridad, su sabiduría y su amor infinito.
Dios no nos manda obedecer para restringirnos, sino para guiarnos hacia lo mejor. Sus mandatos no son pesados ni arbitrarios; cada uno está diseñado para protegernos, darnos libertad, y llevarnos a una vida abundante. A menudo, como humanos, creemos que nuestras propias decisiones son mejores, pero en Proverbios 14:12 se nos advierte que “hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte”. Al obedecer a Dios, evitamos los peligros del pecado y nos alineamos con Su propósito perfecto para nuestras vidas.
Cuando obedecemos a Dios, encontramos paz en medio de cualquier circunstancia. Sabemos que estamos caminando según su voluntad, y eso nos da seguridad. Esto es lo que nos dice Isaías 26:3, “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado”.
De la misma manera, la obediencia atrae la provisión y el favor de Dios. Como promete Deuteronomio 28:2, “Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios”. Dios no solo suple nuestras necesidades, sino que nos da gozo, consuelo, y esperanza en cada etapa de nuestra vida. Asimismo, cuando obedecemos a Dios, nuestra fe se fortalece, y nos volvemos más resistentes a las tentaciones. Es en la obediencia que somos transformados, siendo renovados día a día según Su carácter. Puesto que la obediencia nos acerca más a nuestro Padre celestial. Juan 15:10 nos enseña: “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”.
Mis hermanos, decidamos someternos a su voluntad con un corazón dispuesto y confiado. Recordemos que cada vez que elegimos obedecer a Dios, estamos caminando hacia una vida llena de su favor y propósito eterno. Y aunque la obediencia no siempre será fácil, sin embargo, siempre será lo mejor para nosotros.
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