Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre. (Lucas 21.36 LBLA)
El Señor llama la atención a los Suyos para que estén despiertos, o estén velando. Nadie conoce el tiempo en que se producirá la Segunda Venida de Jesús, salvo el Padre (Mt 24.36). Las señales que Jesús anunció y que precederán a ese acontecimiento, deben poner en expectativa a quienes estén (o estemos) en el mundo de aquellos días. Por tanto, debemos estar expectantes y bien despiertos, a diferencia del mundo que duerme, desinteresados por lo que Cristo anunció. Este tiempo de velar no es limitado o puntual, sino continuo, es decir en todo tiempo.
Mientras se vela una ocupación mantendrá despierto al creyente, la oración. Debido a las circunstancias adversas, a los conflictos que en el mundo estén ocurriendo y al encuentro selectivo que se producirá en la Segunda Venida, se establece aquí el mandamiento de la oración. Es una exhortación general al creyente que como hijo del día debe estar despierto, velando en oración.
Mas vosotros hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con Él. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis. (1 Tesalonicenses 5.4-11 RVR60)
El pecador permanece dormido en el seno del diablo, el cual lo utiliza conforme a su voluntad, pues nos dice su Palabra: Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5.19). Mientras que la vida de cualquier creyente debe caracterizarse por mantenerse despierto ante las artimañas del diablo, tal como nos dice el apóstol Pedro en su primera carta en el capítulo 5, verso 8. En esta demanda de velar, va incluido no solo la creencia de que el Señor vendrá en cualquier momento, sino el anhelo de que se produzca cuanto antes.
Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán ! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por Él sin mancha e irreprensibles, en paz. (2 Pedro 3.12-14 RVR60)
Y en Apocalipsis encontramos:
Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida. El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús. (Apocalipsis 22.17, 20 LBLA)
En esa oración (versículo del principio), el creyente pide fuerzas para escapar de las cosas que han de suceder, ya que será una situación angustiosa que exigirá a muchos el escapar para salvar sus vidas. Este ruego en oración es pidiendo provisión de fuerzas para ser capaces de huir de lo que va a suceder. Y es esta vida de oración la que permitirá al creyente estar en pie delante del Señor.
Ahora, aquel que vino a buscar y a salvar a los perdidos (Lc. 19.10), este Rey de reyes rodeado de majestad y gloria, descenderá del cielo y no permitirá en su presencia a los pecadores perdidos, sino únicamente a aquellos que fueron salvados por gracia, solo ellos estarán en pie delante del trono de Dios; pero no por méritos propios, sino por haber sido hechos dignos para disfrutar de la herencia de los santos en luz, por vinculación con el Hijo del Hombre; que es para ellos tanto justificación como santificación
Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención. (1 Corintios 1.30 RVR60)
Y los que no estén apercibidos serán objeto de eterna condenación, mientras que los salvados permanecerán gozosos delante del Juez divino, el admirable Hijo del Hombre, nuestro Salvador.
Nota: El autor de este devocional prefiere mantener su identidad en el anonimato. Sin embargo, autorizó el uso del mismo.
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