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Justo a tiempo



Oíd, y vivirá vuestra alma. (Isaías 55:3)

La isla de Noirmoutier, situada en la costa atlántica francesa, está unida al continente por una carretera de cinco kilómetros que solo puede ser transitada cuando la marea está baja, es decir, durante cuatro horas. Hay paneles que indican cuándo se puede pasar.

Felipe y sus padres habían pasado un hermoso día en la isla, y ya era hora de regresar. No eran los únicos viajeros en esa vía, de manera que la hilera de vehículos iba creciendo. Felipe todavía no había visto que la marea empezase a subir, pero sabía que su padre había leído bien las informaciones y las tendría en cuenta. Cuando llegaron a tierra firme, miraron hacia atrás y vieron cómo el agua subía rápidamente. En ese momento un automóvil trató de pasar a toda velocidad. La carretera ya estaba casi inundada. Pronto el motor se detuvo y el vehículo se atascó. Sus dos ocupantes salieron precipitadamente para alcanzar refugio en el vado. Un barco ya estaba en marcha para salvarlos. El irresponsable conductor tendría que esperar la próxima marea baja para mandar remolcar su automóvil.

Papá, ¿la gente no sabe leer? —Preguntó Felipe. —¡Claro que sí! Pero no creen lo que está escrito o piensan que todavía tienen tiempo.

Muchas personas actúan de la misma manera con respecto a las advertencias de la Biblia. Las leen o escuchan, pero prontamente olvidan lo que leyeron u oyeron. Por ejemplo, que después de la muerte viene el juicio (Hebreos 9:27). Tardan en escuchar a Dios, quien nos dice: «He aquí ahora [énfasis añadido] el día de salvación» (2 Corintios 6:2). Por eso Dios dice:

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos. (Eclesiastés 12:1)



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