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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Consuelo de lo alto



Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En el camino en que andaba, me escondieron lazo. Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; no tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida. (Salmos 142:3–4)


David, quien llegaría a ser rey de Israel, pasó por la cueva de la depresión a causa de los celos de Saúl, quien llegó a ser su enemigo debido a los celos que sentía por David. Por esta razón perdió su lugar en la corte del rey; abandonó a su mejor amigo (Jonatán); e incluso tuvo que dejar a su esposa. Hizo todo esto para poder salvar su propia vida. Él mismo dijo que era perseguido como «una perdiz por los montes» (1 Samuel 26:20).


¿Ha perdido usted a un cónyuge? ¿Quizás perdió a su mejor amigo(a)? ¿Está sin trabajo? ¿Tiene problemas de salud o de dinero? ¿Un ser querido le dio la espalda? Si está pasando por alguna de estas situaciones ¿qué hace usted cuando lo que era su seguridad se viene abajo, cuando ya no sabe a dónde ir? ¿Le embargan la pena, el miedo o la desesperación? ¡Quizás usted sea como el rey David! Me refiero a que huyó a su cueva, lamentándose por su suerte.


¿Cómo se las arregló David? Lo primero que hizo fue levantar los ojos al cielo, recurrir al único que le podría ayudar verdaderamente. Dice su Palabra:


​​Clamé a ti, oh Jehová; dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes. Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido. Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo. Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; me rodearán los justos, porque tú me serás propicio. (Salmos 142:5–7)


Cuando todo le falle, recuerde que aún existe alguien a quien puede acudir, es decir, a Dios. Si usted aún no le ha entregado su vida, si aún no ha creído en el Señor Jesús como el salvador personal de su vida, es lo primero que debe hacer.


Si por el contrario, usted ya es un(a) hijo(a) de Dios, recuerde que Él siempre vela por usted, está cerca suyo deseando proveerle del consuelo que tanto necesita (2 Corintios 1:3–5). No crea las mentiras del diablo que le hacen creer que Dios no le escucha o que le ha abandonado, por su Palabra nos dice:


Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará. (Salmos 145:18–19)


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