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Bienaventurado el que confía en el Señor

  • 19 feb
  • 1 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/zHC8dC0fJIU


Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. (Salmos 40:4)


La verdadera bendición no proviene de nuestras capacidades, riquezas o conexiones, sino de la confianza que depositamos en el Señor. Este versículo nos recuerda que la felicidad genuina y la seguridad no están en los sistemas humanos, sino en Dios.


El mundo ofrece muchos caminos que parecen atractivos, pero están llenos de orgullo y engaño. A menudo, la tentación de seguir la corriente de la sociedad nos seduce: confiar en nuestras fuerzas, buscar reconocimiento humano o depender de estrategias terrenales. Sin embargo, Dios nos exhorta a no mirar a los soberbios ni seguir a quienes viven en falsedad. En cambio, debemos fijar nuestra mirada en el Señor, porque solo Él es nuestra roca firme.


Jesucristo mismo nos enseñó a confiar plenamente en el Padre. Cuando fue tentado en el desierto, no buscó atajos ni siguió los caminos de la mentira, sino que descansó en la Palabra de Dios (Mateo 4:1–11). Así también, nuestra vida debe estar anclada en Él, con la certeza de que Dios nunca falla.


Hoy, tomemos un momento para evaluar en quién o en qué estamos confiando. ¿Estamos dependiendo de nuestros propios planes o de la fidelidad de Dios? La verdadera bendición no está en lo que el mundo ofrece, sino en vivir confiando plenamente en el Señor.

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