Cuando nació Jesús en Belén de Judea en los días del rey Herodes, vinieron del oriente unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. La estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. (Mateo 2.1-3, 11 RVR60)
Aunque a muchos cristianos en estos días no les agrade, la Biblia no habla de ninguna fecha específica cuando nació el Señor Jesús. Y aunque muchos han buscado evidencias históricas de la fecha exacta del nacimiento del Señor, no existen trabajos que aseguren una fecha exacta. No obstante, los religiosos paganos convinieron que en todo el mundo se celebrara dicho acontecimiento un 25 de diciembre. Siendo que estas son las fechas clásicas para las fiestas satánicas paganas como la Yule, el culto al sol y el culto a saturno o sol negro. Cultos que “misteriosamente” coinciden con las fechas “navideñas” y de año nuevo.
Desde que era niña hasta hoy que soy ya una mujer vieja, se celebra esta fiesta pagana con tintes “cristianos”. Yo provengo de una familia muy católica y cuando niña fui profesante de aquella fe. Aunque lo interesante es que nunca se celebró el nacimiento del Señor como un evento especial, sino que el protagonismo lo tenía un señor gordo de barba blanca vestido de rojo que traía regalos a los niños que se portaban bien; como si de alguna forma este ser “mágico” poseyera la omnisciencia divina, pues “sabía” si un niño se había portado mal durante el año.
Si nos damos cuenta, como he mencionado, a este supuesto gordo bonachón se le han otorgado los atributos que solo le pertenecen a Dios. Se le atribuye la omnisciencia (como ya dije) y también la omnipresencia, ya que “visita” todas las casas de los niños “bueno”. Este señor, puede estar en todo lugar al mismo tiempo y en todo el mundo y entrar a la misma hora, o sea, se hace presente en todo lugar, y traspasa muros y puertas. Y demás está decir que muchísimos niños adoran a este “hombre”.
Hermanos, no podemos seguir la corriente de este mundo, pues ya hemos sido sacados de ella (Efesios 2.1-5). Muchos cristianos hacen una cena con sus familias, dicen ellos, para recordar el nacimiento del Señor, pero ¿qué es lo importante, el nacimiento o la muerte? Y más importante aun ¿qué nos mandó recordar el Señor?
Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. (1 Corintios 11.23–26 RVR60)
Cuidado con lo que hacemos, porque nosotros ya no somos de este mundo (Juan 17.14-16) y como mencioné anteriormente, no debemos imitar al mundo, pues tenemos mandato de ello:
No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta. (Romanos 12.2 NTV)
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