
Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia. (Salmos 16:7)
El rey David, tuvo noches en vela cuando todo parecía estar fuera de control, pues al leer los salmos que escribió, podremos encontrar algunos donde claramente deja entrever que lo asaltaban dudas y temores y no había aparente escape para sus problemas. Seguramente daba vueltas en su cama, como muchas personas. Pero él mismo escribió:
Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. (Salmos 23:1–3)
A pesar de los problemas y las preocupaciones, este hombre supo descansar en su Señor, pues dijo: «En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado» (Salmos 4:8). Sabía que solo Dios podría traer paz a su alma cargada de ansiedad y preocupaciones.
Nosotros también tenemos noches así, llenas de preocupación y ansiedad, en donde los pensamientos ansiosos forcejean en busca de nuestra atención. Pero no debemos agitarnos, porque la noche puede ser nuestra amiga, ya que Dios está presente en ella, visitándonos, consolándonos; pues dice su Palabra: «Cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho, entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo» (Job 33:15–16).
En aquellos momentos de desvelo, podemos hablar con Dios y contarle todo lo que nos preocupa, tal como dice el apóstol Pedro: «echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 Pedro 5:7). Podemos hablar con Él de nuestros fracasos, conflictos, desafíos, ansiedades, frustraciones, y de todas aquellas cosas que nos causan tensión y nos quitan el sueño. Además, de poder escuchar lo que Él nos tiene para decir. Esta es la gran diferencia con un insomne regular, porque el secreto de un buen descanso se halla únicamente en nuestro buen Dios.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28)
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