No dar rienda suelta al pecado
- 9 may
- 1 Min. de lectura

Versión en video: https://youtu.be/y4jOpsfIAX8
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. (Proverbios 28:13)
Cada uno de nosotros libra una batalla interna contra el pecado. Aunque hayamos sido redimidos por Cristo, aún habitamos en cuerpos caídos y vivimos en un mundo que constantemente nos invita a ceder. Es fácil justificar ciertas actitudes: “Así soy yo”, “no es tan grave”, “Dios me entiende”. Sin embargo, cuando damos rienda suelta a nuestro pecado, nos convertimos en esclavos de él.
La Palabra es clara: no podemos servir a dos señores (Mateo 6:24). Cuando permitimos que el pecado campe a sus anchas en nuestra vida —sea enojo, codicia, orgullo, lujuria, chismes, o cualquier otro— estamos abriendo la puerta al dominio del enemigo. El pecado nunca se queda quieto ni pequeño; siempre quiere crecer, controlarnos y alejarnos de la comunión con Dios.
Dios no nos llama a vivir perfectos en nuestras propias fuerzas, pero sí nos llama a vivir en una constante actitud de confesión y arrepentimiento. El que confiesa y se aparta alcanza misericordia, no porque sea fuerte o merecedor, sino porque Dios es fiel para perdonar y restaurar.
Darle rienda suelta al pecado es ignorar el costo que Cristo pagó en la cruz. Nos engañamos pensando que podemos controlar el pecado, cuando en realidad él termina controlándonos. Pero Dios nos da su Espíritu para fortalecernos, para que no caminemos solos, para que podamos decir no a lo que desagrada a Dios y sí a lo que glorifica su nombre.
Comments