Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. (Mateo 9:15)
El ayuno es una práctica espiritual que encontramos a lo largo de las Escrituras. En el Antiguo Testamento, era utilizada por el pueblo de Dios para buscar su rostro y obtener dirección, fortaleza y claridad en tiempos de necesidad. No obstante, como cristianos, el ayuno sigue siendo una herramienta poderosa para acercarnos más a Dios. Comencemos con una simple pregunta: ¿Qué es el Ayuno?
El ayuno es la abstención voluntaria de alimentos o de ciertos tipos de alimentos por un período de tiempo con el propósito de dedicar más atención y tiempo a la oración y la búsqueda de Dios. También, es una manera de humillarnos ante Él, reconociendo nuestra dependencia de Su gracia y poder. Pero ¿deberíamos ayunar los cristianos? Sí, y estas son algunas razones para hacerlo:
1. Para buscar dirección de Dios: En tiempos de decisiones difíciles o importantes, el ayuno nos ayuda a discernir la voluntad de Dios. En Hechos 13:2–3, los líderes de la iglesia en Antioquía ayunaron y oraron antes de enviar a Pablo y Bernabé en su primer viaje misionero.
2. Para fortalecer nuestra vida de oración: El ayuno intensifica nuestra oración y nos ayuda a concentrarnos más en Dios. En Daniel 9:3 se muestra cómo el profeta Daniel buscó al Señor con ayuno y oración por la liberación de su pueblo.
3. Para humillarnos ante Dios: El ayuno es un acto de humildad, reconociendo nuestra necesidad de Dios. En Salmos 35:13, David menciona que se humillaba con ayuno.
El ayuno es una práctica valiosa que nos ayuda a apartar distracciones y enfocarnos en Dios. Nos recuerda que «no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4). Y en nuestra vida cristiana, el ayuno puede ser un medio para renovar nuestra relación con Dios, fortalecer nuestra fe y buscar su dirección en cada área de nuestra vida.
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