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Cuando ya no toleras nada ni a nadie

  • hace 6 horas
  • 2 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/nNGK6WD1GWU


Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28)


Hay días en los que estamos simplemente agotados. No solo físicamente, sino emocional y espiritualmente. Todo nos irrita: las palabras de otros, los ruidos cotidianos, las demandas diarias. Nos sentimos como si estuviéramos al límite, a punto de estallar. A veces, incluso quienes amamos se convierten en una carga. ¿Qué hacer cuando llegamos a ese punto?


El Señor Jesús no nos reprende por estar cansados. Él no dice: “¡Deberías ser más fuerte!”, o “¡Tienes que aguantar más!” Su voz no es dura ni exigente en esos momentos. Es suave, firme y llena de gracia: “Venid a mí”.


El Señor conoce nuestras cargas. Él mismo vivió el cansancio (Juan 4:6), fue malentendido, presionado por las multitudes, abandonado por amigos y enfrentó el peso del pecado ajeno. Nadie entiende mejor que Él lo que es estar al borde. Y es justamente en ese estado, cuando no toleramos a nadie, cuando sentimos que ya no podemos más, que su invitación se vuelve más preciosa: “yo os haré descansar”.


Ese descanso no es solo físico. Es un reposo del alma: donde no necesitas demostrar nada, ni aparentar fuerza, ni fingir alegría. Es un descanso que desarma la irritación y suaviza el corazón endurecido por el cansancio. Allí, a los pies del Señor Jesús, encontramos una paz que no viene de dormir más o de alejarnos de todo, sino de estar con Él.


¿Estás en ese punto hoy? ¿Te molesta todo y no sabes por qué? Ven a Él. No necesitas oraciones largas ni respuestas listas. Solo ve. Dile con sinceridad: “Señor Jesús, estoy cansado. No puedo más.” Y quédate con Él. Escucha su Palabra, deja que su Espíritu te ministre. Él no te rechaza por tu debilidad; Él te recibe tal como estás.

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