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Bienaventurado el que teme a Dios

  • 25 feb
  • 2 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/LUeOM0DSgVc


Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera. (Salmos 112:1)


El mundo define la felicidad como la ausencia de problemas, la abundancia de bienes o el cumplimiento de deseos personales. Sin embargo, la Palabra de Dios nos muestra un camino diferente: la verdadera bienaventuranza está en temer a Dios y deleitarnos en sus mandamientos.


Temer al Señor no significa vivir con miedo o angustia, sino reconocer su grandeza, autoridad y amor inquebrantable. Es una actitud de reverencia y obediencia, un corazón que se somete con gozo a su voluntad. Cuando nuestro deleite está en la Palabra de Dios, no la vemos como una carga, sino como un tesoro. Cuando nuestro gozo está en obedecer a Dios, sus mandamientos no son gravosos. De más está decir que cada mandamiento de Dios es una luz en nuestro camino, puesto que cada enseñanza nos guía con sabiduría y, asimismo, cada promesa nos llena de esperanza.


El Salmo 112 describe la vida de aquel que teme a Dios: su descendencia será bendecida, su casa estará llena de provisión, su corazón permanecerá firme aun en tiempos difíciles. Esto no significa que estará exento de pruebas, pero su confianza en el Señor lo sostendrá.


El Señor Jesús es el ejemplo perfecto de alguien que vivió en total sumisión a la voluntad del Padre. En Él encontramos la fortaleza para caminar en temor reverente, deleitándonos en la verdad de Dios. Si nuestro mayor anhelo es agradar a Dios, entonces experimentaremos la paz y la estabilidad que el mundo no puede dar.


Que nuestra vida refleje esta bienaventuranza, encontrando gozo en cada palabra que procede de la boca de Dios y confiando en que sus caminos son siempre los mejores.

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