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Tú eres mi escudo, Señor

  • hace 3 días
  • 2 Min. de lectura



Mas tú, Señor, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza. (Salmo 3:3)


Este salmo nace en medio de una profunda crisis. David huye de su propio hijo Absalón, traicionado por aquellos que antes lo honraban. El corazón del rey está quebrantado, no solo por el peligro físico, sino por la traición emocional.


Sin embargo, David no comienza su oración con quejas, sino con realismo: “¡Cuántos se han multiplicado mis adversarios!” (v. 1). Reconoce el peligro, pero no se queda allí. Se vuelve al Señor y hace una de las declaraciones más bellas de confianza: “Mas tú, Señor...” Esas tres palabras cambian todo. Cuando parece que todo se viene abajo, cuando las voces dicen: “No hay salvación para él en Dios” (v. 2), David responde mirando a Dios y encuentra refugio.


El Señor no solo es un escudo, un protector activo, sino también gloria en medio de la vergüenza, y quien levanta su cabeza cuando todo lo demás invita a agacharla por el peso del dolor. La relación con el Señor transforma el temor en reposo. David puede decir: “Yo me acosté y dormí, y desperté, porque el Señor me sustentaba” (v. 5).


Este versículo brilla con fuerza. Dormir profundamente mientras los enemigos se multiplican demuestra una fe que descansa en la soberanía y en la fidelidad de Dios. Así también el Señor Jesús durmió en la barca, en medio de la tormenta, mostrando una confianza perfecta en su Padre celestial.


El Salmo termina con una súplica valiente: “Levántate, Señor; sálvame, Dios mío” (v. 7), y una declaración de victoria: “La salvación es del Señor” (v. 8).


Mis hermanos, cuando el conflicto nos rodea, cuando la traición nos rompe por dentro, el Señor Jesús es nuestro escudo. Él ya cargó con el mayor de los rechazos —el de la cruz— para que nosotros nunca más caminemos solos. No importa cuántos enemigos se levanten ni qué tan fuerte sea el susurro que dice: “No hay esperanza para ti”, porque en Cristo, siempre la hay. Él es quien levanta tu cabeza hoy. Puedes dormir confiado. Él vela por ti.

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