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PORQUÉ ES IMPORTANTE LA ORACIÓN EN LA VIDA DE LOS CREYENTES (1)



La oración es la comunicación con Dios. Siendo el Creador del mundo, y reinando sobre él, no es un Ser impersonal, sino que es un Dios dispuesto a escuchar a los hombres. La oración surge del corazón humano, especialmente en la angustia que es cuando clama a Dios. Él en su misericordia y amor nos oye.


Claman los justos, y el Señor los oye, y los libra de todas sus angustias. (Salmos 34.17 LBLA)

La oración, que es la comunión de los hijos de Dios con su Padre; esta incluye la adoración, la acción de gracias, la confesión y la petición (Neh. 1.4–11; Dn. 9.3–19; Fil. 4.6). La oración es, así, el derramamiento del corazón del hombre delante del Creador. Pero, ¿por qué debemos orar los creyentes?


1. Debemos orar porque el Señor Jesús nos enseñó la dependencia a Dios con su ejemplo.


Nuestro Señor Jesús, mientras estuvo en la tierra como hombre, nos enseñó a ser constantemente dependientes de Dios a través de la oración. Él se levantaba muy temprano y oraba con su Padre en lugares apartados (Lucas 5.16). Y si el Hijo de Dios humanado tenía necesidad de orar a diario, ¿cuánto más nosotros que somos seres humanos pecadores hechos del polvo de la tierra?


Además cuando oramos, reconocemos que no podemos hacer las cosas por nosotros mismos y de esta forma confiamos en que Él nos dará todo lo que necesitamos para que nosotros podamos hacer lo que nos manda en su Palabra.


Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos. (Proverbios 3.5–8 RVR60)

Cuando oramos no lo hacemos para torcerle el brazo a Dios, ni para conseguir lo que nosotros queremos, como lamentablemente muchos creyentes actúan. No mis hermanos, nosotros oramos para que así la voluntad de nuestro Padre sea hecha en nuestras vidas y en esta tierra como es hecha en los cielos, tal como nos enseñó el Señor cuando dijo: Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Mateo 6.10 RVR60). Porque tal como el Señor dijo que no vino a hacer su voluntad (Juan 6.38), nosotros tampoco debemos hacer la nuestra, sino la de Él.


Así que, oramos a Dios Padre para que nos guíe para poder llevar a la práctica sus propósitos en nuestras vidas.


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Cristian Vidal

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