A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. (Juan 1:18 RVR60)
Yuri Gagarin, el astronauta ruso que participó en el primer vuelo espacial, en 1961, declaró irónicamente, en una conferencia de prensa, que no había encontrado a Dios. Al decir esto, sencillamente confirmó lo que dice el versículo del encabezado: «A Dios nadie le vio jamás». Tal como dice la segunda parte de este versículo, es el Señor Jesús quien nos ha dado a conocer a Dios.
Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? (Juan 14:8–9 RVR60)
No podremos ver mejor a Dios yendo al espacio que quedándonos en la tierra. Pero, estemos donde estemos, podremos conocerlo creyendo lo que nos dice su Palabra. Aunque es entendible que muchos quieren una prueba visible, física, palpable, perceptible con sus cinco sentidos acerca de Dios. Porque lo característico de las cosas de este mundo, incluso de los antiguos o modernos, es que son visibles o pueden ser representados. Sin embargo, en su Palabra leemos acerca de Dios:
El único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén. (1 Timoteo 6:16 RVR60)
Por lo tanto, la grandeza y majestad de Dios están completamente fuera del alcance de los seres humanos y de nuestra limitada percepción. No obstante, este Dios invisible se reveló a sus criaturas (los humanos) en la persona de Cristo Jesús, ya que Él «es la imagen del Dios invisible» (Colosenses 1:15). Y leyendo la Biblia, en especial los evangelios, podemos aprender de Dios Padre a través de su Hijo Jesucristo.
Entonces, ¿quiere ver a Dios? ¿le quiere conocer? Mire al Señor Jesús, lea acerca de Él en los evangelios y en el resto de su Palabra también. De esta manera podrá ver a Dios con los ojos de la fe.