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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Para llevarnos a Dios



Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. (Isaías 53:4)


¿Por qué murió Jesús? ¿Por qué sufrió tanto? Para llevarnos a Dios, así lo dice su Palabra: «Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu» (1 Pedro 3:18). Ese era el objetivo supremo de su venida a la tierra, salvar a los seres humanos pecadores. Si nos preguntamos: ¿Qué nos impide acercarnos a Dios? Lo haríamos si supiéramos que el pecado que mora en nuestros corazones nos alejan de Dios (Isaías 59:2). Pecados como nuestro egoísmo, nuestra impureza, nuestro odio, nuestra codicia, nuestra mezquindad, nuestro orgullo y todas las otras faltas que manchan nuestras vidas.


Esos pecados se elevan como una gran pared entre nosotros y Dios, de manera que no podemos ver del otro lado. Pero Jesús sufrió en la cruz para derribar esa pared de pecados que causaba división entre Dios y nosotros. Bien dice su Palabra: «por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne» (Hebreos 10:20). En esta alegoría de la pared, podríamos decir que lo consiguió aceptando que aquella pared «cayese sobre él».


Él, el justo tomó el lugar de nosotros los injustos; pagó nuestras deudas, llevó nuestra carga y nuestra condenación. Lo hizo para que pudiésemos ser plenamente perdonados por Dios, sin que nada atentase contra su justicia, justicia que no podía pasar por alto nuestros pecados.


Tras leer esto quizás se pregunta: ¿Jesús me amó personalmente? Sí, su cruz es la prueba de ello. Si usted reconoce sus pecados y cree en el Señor Jesucristo como su salvador, podrá decir al igual que el apóstol Pablo: «El Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2:20).


Una vez que creemos en el Señor Jesús, podemos estar seguros de que somos perdonados. ¿Quiere recibir el regalo de la salvación de Dios? Entonces, «cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo» (Hechos 16:31), porque «en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12).


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Cristian Vidal

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