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Las promesas de Dios



Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré. (Hebreos 13:5–6)


La Biblia es un libro lleno de las promesas de Dios para su pueblo, pero el problema es que muchas veces vivimos sin ser conscientes de ellas, ya sea porque las desconocemos o porque las hemos olvidado. Por eso he querido hacer una lista de algunas de ellas:


Para el que busca la paz interior: «El Señor dará fuerza a su pueblo; el Señor bendecirá a su pueblo con paz» (Salmos 29:11)


Para el que tiene problemas: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:6–7)


Para el que está enfermo: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28)


Para el que busca los caminos de Dios con oración: «Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento» (Salmos 32:8–9)


Para el que se halla ante la muerte: «Dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» (Juan 11:25)


Para el que se siente en peligro: «Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre» (Salmos 121:8)


Para quien se siente culpable: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9)


Así que, hermanos, deleitémonos en sus maravillosas y eternas promesas, creamos en ellas de todo corazón para así hallar consuelo y paz en nuestro Dios.


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