top of page

 Preparados para lo que viene

  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura

Versión en video: https://youtu.be/t6favhtnK_U


Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. (Mateo 10:22)


Vivimos días de aparente calma en esta parte del mundo. Aún podemos congregarnos, predicar, compartir un versículo en redes sociales, orar en voz alta sin temor. Pero, ¿qué pasaría si todo cambiara mañana? ¿Si confesar el nombre del Señor Jesús implicara perder el trabajo, ser marginado, o incluso encarcelado? ¿Seguiríamos firmes?


El Señor Jesús no nos ocultó el panorama, pues dijo: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre” (Mateo 24:9). Estas no son meras advertencias lejanas. Son realidades que ya viven miles de nuestros hermanos en todo el mundo. En países de Asia, África y Medio Oriente, e incluso en algunos países de Latinoamérica, ser cristiano significa muchas veces vivir bajo amenaza constante. Y en los últimos años, la persecución se ha intensificado. Cada noticia de una iglesia atacada o un creyente encarcelado nos recuerda que las palabras del Señor se están cumpliendo, y que el reloj profético avanza.


¿Estamos listos? ¿Está nuestra fe arraigada tan profundamente en Cristo que ninguna tormenta, por feroz que sea, pueda arrancarnos de Él? Porque ser cristiano en tiempos fáciles no requiere gran firmeza. Pero cuando “el horno se calienta”, cuando se nos exija negar a Cristo o sufrir las consecuencias, solo aquellos que han cimentado su vida sobre la Roca permanecerán firmes. No bastará con un conocimiento superficial, ni con emociones pasajeras. Solo una relación viva y diaria con el Señor Jesús nos dará la gracia para perseverar.


Hoy es tiempo de examinarnos. No para temer, sino para afirmarnos, para comenzar a prepararnos en oración para cuando ese día llegue. El Señor nos advirtió para que no nos sorprendamos, sino para que estemos preparados. Que la Palabra de Dios habite ricamente en nosotros, que la oración sea nuestra respiración constante, que la comunión con el Espíritu nos fortalezca día a día. No sabemos cuándo vendrá la prueba, pero sí sabemos quién está con nosotros en medio de ella.

Comments


bottom of page