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El mal uso que le dimos a lo que Dios creó

  • 1 dic 2020
  • 2 Min. de lectura


Así fue que Pilato dejó a BarrabÔs en libertad. Mandó azotar a Jesús con un lÔtigo que tenía puntas de plomo, y después lo entregó a los soldados romanos para que lo crucificaran. (Mateo 27:26 NTV)

El lĆ”tigo usado por los romanos tenĆ­a el nombre de flagrum. La palabra deriva del latĆ­n flagellum y que es de donde proviene nuestra palabra flagelo y flagelación. Este ā€œlĆ”tigoā€ estaba hecho de tiras de cuero, con trozos aguzados de hueso o de plomo, que desgarraban la carne de la espalda y del torso. Por eso el salmista profetizaba:


Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos. (Salmos 129.3 RVR60)

Este es un ejemplo de cómo los seres humanos -con nuestro pecado- hemos corrompido la creación de Dios. Pues tomaban el cuero (usado comúnmente para hacer sandalias, vestimentas, colchas, odres donde se añejaba el vino, etc.) y lo convirtieron en un instrumento de tortura y castigo. Los huesos debían estar bajo tierra nutriendo el suelo para hacerlo mÔs fértil, pero en vez de eso, estaban en aquel flagrum. Mientras que el plomo, en aquellos días, era usado por los romanos para hacer cañerías y desagües (de ahí la palabra plomero), cisternas de agua, techos, marcos de ventanas e incluso, en su forma de sal (carbonato de plomo) era usado como pintura.


Y que hablar del manto escarlata con el que se mofaron del SeƱor.


Entonces los soldados del gobernador llevaron a JesĆŗs al pretorio, y reunieron alrededor de Ć©l a toda la compaƱƭa; y desnudĆ”ndole, le echaron encima un manto de escarlata. (Mateo 27.27–28 RVR60)


Este manto era llamado Sagum, era un manto militar de lana color escarlata. Era llevado tambiƩn por los generales romanos y a veces (mƔs valioso en formas y material) presentado como obsequio a reyes extranjeros.


Aunque lo peor que le ofrecimos al Señor fue una corona de espina. Claro, puede que no haya sido lo que mÔs dañó su cuerpo, pero sí fue la expresión mÔxima de nuestra maldición, ya que dice:


Al hombre le dijo: Puesto que accediste a lo que te dijo tu mujer, y comiste del Ć”rbol de que te ordenĆ© que no comieras, maldita serĆ” la tierra por tu causa; con dolor comerĆ”s de ella todos los dĆ­as de tu vida. Te producirĆ” espinos y cardos, y comerĆ”s hierbas del campo. (GĆ©nesis 3.17–18 RVC)

Debido al pecado cometido por AdĆ”n, la tierra fue maldecida con espinos y cardos. BĆ”sicamente fue con lo que nosotros ā€œhonramosā€ al Hijo de Dios, coronĆ”ndolo con la maldición de nuestros pecados.


Mis hermanos, no repitamos aquellos horrores, tomando lo que Dios ha hecho y nos ha dado para usarlo indebidamente. No volvamos a cometer tal atrocidad. Sino que pidamos sabidurƭa para vivir vidas que sean agradables a nuestro SeƱor, porque como creyentes es nuestro deber alabarle y honrarle como se merece.


Y a toda cosa creada que estĆ” en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oĆ­ decir: Al que estĆ” sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 5.13 LBLA)


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