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La envidia, un veneno

  • hace 2 días
  • 2 Min. de lectura

Versión en video: https://youtu.be/sek-gVL_QIM


Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. (Santiago 3:16)


La envidia es un pecado silencioso, pero corrosivo. No siempre se manifiesta con gritos o acciones visibles; muchas veces se oculta en pensamientos disfrazados de “opiniones sinceras” o en críticas que surgen de un corazón que no puede soportar ver que otro cristiano ha sido bendecido, reconocido o levantado.


Entre los creyentes, este pecado no debería tener cabida. Pero la realidad es otra: la envidia ha dividido iglesias, ha roto amistades, ha apagado ministerios y ha endurecido corazones. Cuando vemos que Dios prospera a otro hermano, ya sea espiritualmente, en su servicio, en sus dones o incluso en lo material, ¿cómo reaccionamos? ¿Nos gozamos con los que se gozan, o secretamente deseamos que tropiecen para que ya no brillen más que nosotros?


La envidia niega la soberanía de Dios. Al envidiar lo que otro tiene, estamos cuestionando al Señor, como si Él no supiera repartir sus dones conforme a su sabiduría perfecta. También revela una falta de contentamiento con lo que el Señor nos ha dado. El corazón envidioso no está agradecido, sino que vive comparando, compitiendo, y al final, corrompiéndose.


Recordemos que Caín mató a su hermano por envidia. Los fariseos entregaron al Señor Jesús por envidia. Y en nuestras iglesias hoy, la envidia sigue matando, no físicamente, pero sí espiritualmente: asesina la unidad, el amor fraternal, y la obra del Espíritu.


Mis hermanos, ¿sentimos envidia hacia algún hermano o hermana? ¿Nos molesta su crecimiento? ¿Nos incomoda su servicio, sus dones, o incluso su humildad? 


El antídoto contra la envidia no es la resignación, sino el amor verdadero. Un corazón lleno del amor de Cristo se alegra cuando otro es exaltado, cuando otro crece, cuando otro es bendecido. Porque entiende que en el cuerpo de Cristo, cuando un miembro es honrado, todo el cuerpo se goza (1 Corintios 12:26). 

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