Cuando Cristo tiene el primer lugar
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Versión en video: https://youtu.be/wewzwK3QQ-k
Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. (Colosenses 1:18)
La profundidad del compromiso de un creyente con Dios no se mide por palabras, sino por prioridades. En un mundo donde todo compite por nuestra atención, Dios no busca ser parte de nuestra vida: Él desea ser el centro de ella.
Desde el principio, Dios ha dejado claro que merece lo primero y lo mejor. Por ejemplo, en Proverbios 3:9–10 se nos llama a honrarlo con las primicias. Al darle lo primero estamos reconociendo que todo proviene de Él. Y cuando lo hacemos, estamos diciendo: “Señor, tú eres digno de todo”.
Pero esta entrega va más allá de nuestras posesiones. El Señor Jesús enseñó que seguirlo implica negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz cada día y caminar tras Él (Lucas 9:23). Y Pablo lo resume diciendo que presentemos nuestros cuerpos como sacrificios vivos (Romanos 12:1), en un acto de adoración total.
Cuando Cristo tiene la preeminencia, nuestra vida se alinea con su voluntad. Nuestro amor por Él, la obediencia, el sacrificio, y la entrega diaria, son respuestas naturales al entender quién es Él: el Señor de todo, el Creador, el Salvador, y el digno de ser el primero en cada aspecto de nuestra existencia.
Entonces, mis hermanos, ¿está Cristo en el primer lugar en nuestra vida? ¿Tus decisiones, tus tiempos, tus recursos, tus afectos lo reflejan? ¿Es Él tu mayor tesoro y tu más profunda pasión?
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