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¿Cuán agradecidos somos?



Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta. (Sal 107.8–9 RVR60)


Mi madre era una mujer agradecida que, aunque estuvo enferma la mayor parte de su vida de casada, nunca dejó de alabar al Señor. Mi padre, un zapatero que nunca ganó más de $12 dólares a la semana, era un cristiano que cantaba todo el tiempo.


¡Qué herencia tan preciosa! ¡Qué recuerdos tan buenos! Parece que sin todos los modernismos, los lujos, los electrodomésticos, nuestros padres eran mucho más agradecidos de lo que somos hoy. Antes de cada comida pedíamos la bendición a Dios y leíamos una porción de la Biblia, y después de la comida dábamos gracias. Hay una gran diferencia entre aquellos días y el presente, ¡qué poco oramos, y cuando lo hacemos, cuánto se concentra en pedir y qué poco en dar gracias!


Durante la segunda guerra mundial, muchas iglesias se mantenían abiertas durante las 24 horas del día para que la gente pudiera ir y orar por los seres queridos que tenían en la batalla. Un vigilante de una de esas iglesias notó a un niño que iba todos los días durante unos 10 minutos. Después de varias semanas, el muchacho llegó y permaneció de rodillas mucho más tiempo. El preocupado vigilante habló con él y le preguntó porqué se había quedado tanto tiempo. Él contestó: «Cada día venía aquí por algunos minutos para pedirle a Dios que trajera a mi padre sano y salvo. Esta mañana lo hizo, así que me apresuré a venir para dar gracias al Señor por contestar mi oración».


¿Cuán agradecidos somos?


—MRD

Nuestro Pan Diario

19 abril 2000

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. (Colosenses 3.15 RVR60)

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Cristian Vidal

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