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Vivir en la historia de Dios




Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. (Efesios 5.15–16 RVR60)


A Ernest Hemingway le pidieron que escribiera una historia fascinante en pocas palabras, y respondió: «Se venden zapatos de bebé. Sin usar». Su historia es poderosa porque nos inspira a completarla con detalles. ¿Eran acaso los zapatos innecesarios para un niño sano? ¿O hubo una pérdida trágica; algo que requería el profundo amor y consuelo de Dios?


Las mejores historias despiertan nuestra imaginación; por eso, no es extraño que la mayor historia que se haya contado avive el fuego de nuestra creatividad. Esta es la trama central de la historia de Dios: Él creó todas las cosas; nosotros (el género humano) caímos en pecado; Jesús vino al mundo, y murió y resucitó para salvarnos de nuestros pecados; ahora, esperamos su regreso y la restauración de todas las cosas.


En vista de todo esto, ¿cómo debemos vivir? Como el Señor restaurará toda la creación, esta es la responsabilidad de los que creemos en Cristo: «Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz» (Romanos 13.12). Esto implica alejarnos del pecado, y amar a Dios y a los demás (VV. 8-10).


Nuestras formas de luchar con Jesús contra el mal dependerán de los dones que tengamos y las necesidades que veamos. Miremos a nuestro alrededor y extendamos la justicia, el amor y el consuelo de Dios.


—MEW

Nuestro Pan Diario


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