Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima. (Juan 1:38-39)
La primera frase del Señor Jesús en el evangelio de Juan fue una pregunta: «¿Qué buscáis?» Esta pregunta, dirigida a dos hombres que seguían a Jesús, también nos concierne a nosotros hoy en día. Porque, ¿estamos interesados en saber quién es Él?
«¿Dónde moras?» Respondieron los dos discípulos que deseaban saber más de Jesús. ¿Tenía el Señor un casa donde resguardarse o descansar? Su Palabra nos dice que no, ni siquiera dónde recostar su cabeza (Lucas 9.58). Esto era así porque su verdadero hogar se encontraba en los cielos (Juan 1:18). No obstante, también deseaba (y aún lo hace) habitar en el corazón de los creyentes (Juan 15:4-5).
Ahora, lo interesante de la respuesta del Señor, es que contestó utilizando dos verbos: Venid y ved. ¿Dónde vivía en ese momento? No lo sabemos, porque no se nos dice, pero lo que sí sabemos es que anduvo de un lugar a otro haciendo bienes (Hechos 10:38). Tampoco sabemos más acerca de qué conversaron los dos discípulos con Él aquel día; sin embargo, sabemos que quedaron convencidos de que el Señor era el Mesías prometido por Dios, y pudieron dar testimonio de ello a otros (Juan 1:40-41).
Este llamado del Señor Jesús: «Venid y ved», tiene un sentido espiritual para nosotros. Ir a Jesús significa responder al llamado que nos hace Dios a sus criaturas:
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. (Isaías 1:18)
Este es el primer paso de la fe, responder al llamado de Dios. Él desea hacernos cercanos a sí mismo, pero también que experimentemos de primera fuente lo que es estar y morar cerca de Él. Entonces, ¿responderás a la invitación del Señor que te dice: «venid y ved»?