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¿Usted también le desprecia?



Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste (Jesús), y suéltanos a Barrabás! (Lucas 23:18)


¿A quién estaban despreciando los hombres? Nada menos que al Hijo de Dios. Hace más de dos mil años que Jesús fue rechazado por las personas de Jerusalén. Y usted amigo, ¿siente el mismo rechazo de aquellos que prefirieron a un delincuente en vez de aquel que les quería salvar de la condenación eterna?


¿Sabe cuál es el pecado más grande que llevará a los hombres a no ver el rostro de Dios? Precisamente este sentir, este deseo al decirle con sus palabras y actitud: «¡Fuera con este!» La verdad es que no es necesario que grite como las personas de Jerusalén, basta con su indiferencia, pues ya le rechazó. Si usted es una de esas personas, le aconsejo que no le siga rechazando, porque si usted persiste en hacerlo, lo que le espera al morir, es la condenación eterna de su alma. Pues bien, dijo el Señor Jesús: «El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios» (Juan 3:18).


No hace falta que se muere para estar condenado, porque si usted no recibe el regalo de la salvación que Jesús da gratuitamente, ya está condenado. El punto es que si muere sin creer en Jesús como su salvador personal, la sentencia que pende sobre su cabeza se ejecutará, lo quiera usted o no. Y su alma irá a un lugar de tormentos, porque no quiso creerle a Dios. Dijo el Señor: Bienaventurados (benditos) los que no vieron y creyeron (Juan 20:29).


Amigo, no hay religión que salve al hombre, por eso le presento a Jesús Salvador en este día, porque Él dejó la gloria que tenía con su Padre, para descender a la tierra. ¿Sabe por qué? Por usted, para salvarlo de aquella condenación eterna que pende sobre usted. Por eso su Palabra dice: «Pues el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar a los que están perdidos» (Lucas 19:10 NTV). Los perdidos son todos aquellos que no han encontrado la salvación de sus almas y que solo Jesús posee. Porque no hay forma alguna de llegar a Dios Padre, sino únicamente a través de Cristo Jesús:


Yo soy el camino y la verdad y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6)


No le siga rechazando, no siga diciendo: ¡Fuera con este! Vuélvase al Señor Jesús y acepte el regalo de Salvación que hoy le ofrece.

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