Alexis Sazo
Una relación con Jesús

(Jesús) Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. (Hebreos 7:25)
¡Cuántas cosas pueden y han cambiado en dos mil años! Pero las verdades relacionadas con Dios no cambian, pues Él mismo no cambia, ya que bien dice su Palabra:
Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán; como un vestido los mudarás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán. (Salmos 102:25–27)
Y Jesús, al ser Dios, su Palabra nos dice: «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos 13:8). Es cierto que hubo quienes fueron testigos oculares de su resurrección, pero la experiencia de conocer a Jesús no se limita únicamente al primer siglo, ya que aún somos muchos los que hoy podemos asegurar que Jesús vive y obra en nuestras vidas.
Un creyente dijo una vez: «Durante muchos años oí hablar de Jesús, pero para mí no era más que otro personaje histórico. Sin embargo, un día fui consciente de que si Jesús había resucitado de entre los muertos y vivía, entonces yo podía conocerlo. Y así fue como le pedí que tomara su lugar en mi vida; desde aquel día he ido desarrollando una relación, cada vez más cercana con Él».
Sí, Jesús vive, y además sigue siendo poderoso para actuar en nosotros, en nuestros corazones y vidas. Porque cuando vivió en la tierra transformaba la vida de los que entraban en contacto con Él; y debido al hecho de que no cambia, hoy en día hace lo mismo con todos aquellos que hemos creído en Él como nuestro Salvador personal. Por eso nos sigue diciendo: «Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos» (Proverbios 23:26).
Hermanos, no desperdiciemos el poder disfrutar de su compañía cada día, oyendo su voz que nos dice:
Deléitate asimismo en Jehová, él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. (Salmos 37:4–5)