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Una página de Lutero



La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio. (Mateo 12:20)


«Evita como a una peste peligrosa y como a un veneno infernal decir:”Cometí tal y tal pecado, Dios me aborrece, soy objeto de la justa ira del juez”». Di más bien: «Soy un pecador, eso sí, pero sé que Dios quiere recibir a los pecadores, a los que sienten su pecado». Sin esto, ningún hombre sería salvo, «porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos» (Romanos 11:32).

Si reconoces realmente tus pecados, si tiemblas, si estás turbado y cargado por temor al juicio y al infierno, ten ánimo, pues Dios quiere manifestarte su amor y su gracia. Él quiere salvarte. Todas sus promesas nos aseguran que él no desea la muerte del pecador, pues es un Dios de paz y de gracia.


No te dejes llevar por el desánimo, cree «en esperanza contra esperanza» (Romanos 4:18). Jesucristo es el médico de los corazones quebrantados. Él desea levantar a los caídos, y no quiere apagar el pábilo que humea. Entonces, si eres una vela cuyo pábilo todavía está humeando, no te apagues a ti mismo por la desesperación o el desánimo. Si eres una caña cascada o quebrada, no te quiebres totalmente a ti mismo, sino ven a Jesús, el dulce amigo de las almas.


Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28).


Martín Lutero (1483-1546)


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