Iris P.
UNA INSENSATEZ SABIA Y UNA DEBILIDAD FUERTE

pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. (1 Corintios 1.23-25)
¿Cómo se puede hablar de “lo insensato de Dios”, o lo de “lo débil de Dios”? ¿Acaso Dios no es el Creador de todo lo que existe y es el Todopoderoso? ¡Por supuesto! Pero para venir al rescate de sus criaturas, el Hijo de Dios, se hizo hombre para así salvar a todos los que confían en él. A pesar de ser Dios mismo, no utilizó su poder creador, sino que aceptó vivir y morir como una de sus criaturas.
Este es el mensaje de la cruz, que para el mundo incrédulo es una “insensatez”, pero para los que hemos creído a su anuncio (Isaías 53.1), es poder y sabiduría de Dios; ¿por qué? Porque por la muerte de Jesús, el amor y la justicia de Dios triunfaron sobre las fuerzas del mal, del pecado y la muerte. Lo que los sabios y poderosos de este mundo nunca pudieron liberar (el mal en el interior del alma), el Hijo de Dios lo hizo.
Si pensamos la vida de Jesús ¡qué diferente a nosotros los seres humanos! Ya que nosotros buscamos las riquezas, el poder y vivir una vida llena de comodidades; mientras que el Señor Jesús vivió una vida de humildad (Filipenses 2.5-8), tanto así que su Palabra nos dice que él no tenía dónde recostar su cabeza (Lucas 9.8). Nuestro salvador supo lo que era estar cansado, tener hambre, sed, soportar las burlas, el odio, la injusticia e incluso la crucifixión y la muerte. Sin embargo, permaneció fiel en su voluntad de honrar a Dios su Padre y de salvar a los que confían en Él.
Gracias a esa debilidad mostrada en su vida como ser humano y a su inconmensurable sacrificio, es que recibimos la maravillosa y gratuita invitación del Salvador que nos dice:
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. (Juan 3.36).
¡Glorifiquemos a nuestro Salvador con nuestras vidas, con nuestros labios y con nuestros corazones! ¡Él es digno de todo nuestro loor! Él es el único digno en el cielo de abrir los sellos, por eso los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos cantan:
Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación. (Apocalipsis 5.9)
¡Gloria al Rey de reyes y Señor de señores!