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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Una información útil



Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. (Juan 3:3)


No son pocos los que creen que con el voluminoso saber de la así llamada sociedad informática, tarde o temprano se solucionarán todos los problemas del mundo. En cambio, un conocido norteamericano experto en computación (ordenación) ve las cosas de otra manera y dice: «Si los serios problemas como la pobreza, la guerra, el clima, existen no es por falta de conocimiento nuestro. La información no es de mucha ayuda en estos campos».


En realidad, la información solo tienen valor cuando el receptor las ha comprendido y reacciona correctamente. Esto vale también para el mensaje de este devocional. El evangelio, la buena nueva de la gracia de Dios para con los pecadores, es un mensaje que se ha difundido a lo largo de los siglos, sin que por eso todo el mundo se haya hecho cristiano. A muchos no les sirvió porque «no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron» (Hebreos 4:2).


Nadie puede participar de la vida divina, ni en la tierra ni en el cielo, sino ha nacido de nuevo; tal como le dijo Jesús a Nicodemo. ¿Cómo puede uno nacer de nuevo? Reconociendo que se es pecador, que necesita un salvador. Luego debe «arrojarse en los brazos» de Jesucristo, creyendo por fe como su salvador personal, y entregando su corazón para que Cristo reine en él. Así es como recibe una nueva vida todo aquel que es nacido de Dios. Este no es un proceso intelectual –aunque no ocurre sin la razón–, sino que es un proceso que se hace con fe y con el corazón, tal como dice la Biblia:


Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:10)


Este es el acontecimiento espiritual más importante de la vida de cualquier ser humano, porque determina el futuro eterno de su alma. Si nace de nuevo, obtiene la vida eterna y la entrada en el cielo, que es el reino de Dios. Pero si la persona rechaza el regalo de Dios, lo que le espera es la condenación de su alma.


Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. (Apocalipsis 20:15)


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