Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Juan 1:12)
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo. (Romanos 8:17a)
Camille Flammarion, célebre astrónomo francés del siglo 19, estaba tan ocupado que no tenía para leer el abundante correo que recibía. Un día recibió el siguiente telegrama: «Por favor, responda la carta que le va a llegar. El notario está esperando». Y así fue, llegó una carta certificada. Este era su contenido:
«Querido y honrado maestro, antes de esta carta le escribí cuatro, una de ellas en verso. Creo que está tan absorbido por sus numerosos trabajos, no tiene tiempo para responder, pero le ruego que responda al menos “sí” o “no” a la propuesta reiterada que le hago. Soy anciano y el notario está esperando».
Flammarion respondió «sí», y fue así como heredó el edificio que se convertiría en el observatorio de Juvisy-sur-Orge (Francia). ¡Por poco se queda sin herencia!
Usted que lee estas líneas, ¿está tardando en responder a Dios? Él quiere hacer de usted su hijo, con todas las consecuencias que esto conlleva. Su Palabra dice: «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalipsis 3:20).
Si usted responde afirmativamente a aquel llamado ¡podrá ser su heredero! Por supuesto, no se trata de pronunciar a la ligera un «sí» precipitado, sino de responder seriamente a la decisión que le pide tomar. Porque bien dijo el Señor Jesús: «De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» (Juan 5:24).
Entonces, ¿qué hará? Porque tiene una oportunidad única, ¡no la pierda! ¡Crea en Jesús ahora mismo!
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