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Una carta de Dios para mí



Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador (Isaías 43:1–3)


«Crecí en una familia cristiana. Iba al culto con mis padres, oraba y leía la Biblia. A menudo mi padre me decía que uno es creyente no porque los padres sean creyentes, sino mediante una fe personal. Sin embargo, frecuentemente me hacía una pregunta: Si mis padres hubiesen sido hindúes, budistas o musulmanes, ¿yo también hubiese sido hindú, budista, musulmana, o sería cristiana?»


Rogué a Dios que me revelase en ese momento, pero no sucedió nada. Entonces recordé lo que decía mi abuelo: «Dios se revela mediante la Biblia». Abrí mi Biblia al azar y leí un pasaje que no conocía en el capítulo 43 de Isaías. ¡Esta lectura me impresionó! El «ahora» del primer versículo me produjo el efecto de un golpe sobre la mesa. Quería una respuesta «ahora», y Dios me respondió empleando la misma Palabra. Quería saber quién era Dos, y Él me dijo: «Antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí» (Isaías 43:10); me confirmaba la buena noticia de la cual ya había oído hablar: «Yo te redimí… mío eres tú— yo estaré contigo… soy tu Salvador… Fuera de mí no hay quien salve» (Isaías 43:11).


Ante esta respuesta tuve el increíble y sorprendente sentimiento de haber sido oída en lo mas profundo de mi ser. Lloré de la emoción por haber obtenido una respuesta tan «precisa», y me arrodillé ante Dios. Este texto fue como una carta de amor que Dios me enviaba».

Anne-Elizabeth


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