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UN VARÓN CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS



Pero Dios quitó a Saúl y lo reemplazó con David, un hombre de quien Dios dijo: “He encontrado en David, hijo de Isaí, a un hombre conforme a mi propio corazón; él hará todo lo que yo quiero que haga”. (Hechos 13.22 NTV)

¿Un hombre conforme al corazón de Dios? Vaya qué privilegio ser considerado de esa forma ante los ojos del Altísimo Dios. Pero miren cómo honraba a su Dios.

Y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente. (1 Crónicas 29:10–13 y 17 RVR60)

El rey David, antes que Dios lo levantara como rey de Israel, era un simple pastor de ovejas. Y vemos como Él lo sacó de detrás de las ovejas de su padre y lo engrandeció, porque el Señor miraba el corazón de este pastorcito, pues tenía un corazón humilde e inclinado a las cosas de Dios y temía delante suyo.

En el verso 17 de 1 Crónicas, dice el mismo David: Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada. Sin embargo, veo con dolor como los hombres de hoy, tanto los poderosos como el débil, el rico y el pobre, el joven y el viejo; se refieren a Dios diciendo de forma despectiva cosas como: “el de arriba”; “Ah, Jesús, el flaquito ese”. Pero no le llaman por su nombre, Dios y Señor Jesús.

Bueno, sabemos que el mundo está perdido en sus maldades, pero ¿podrá el Señor llamar a algunos de nosotros, que somos sus hijos, conforme a su corazón? Tristemente en estos días parece que es aún más difícil que en cualquier época en la historia del mundo, porque hoy el pecado es lo que casi gobierna la vida de millones de así llamados cristianos. David sabía que su propio corazón era malo, por eso le decía a Dios:

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. (Salmos 139.23–24 RVR60)

Procuremos seguir el ejemplo de este hombre y no confiemos en nuestros propios corazones. Y honremos a Dios, así como lo hacía este hombre que se deleitaba en la hermosura de su Señor.


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