Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. (Santiago 2:10)
Los predicadores siempre hacen hincapié que basta un solo pecado para ir al infierno, lo cual es cierto. Pero a veces nos cuesta ilustrar esta situación, me refiero al pecado en general y como este arruina la creación de Dios.
Mi mamá estaba tejiendo un gorro de lana para ella, para poder usarlo durante el invierno. Un día, tomó su tejido, pero no se puso sus anteojos para ver. Comenzó a tejer y de pronto me dice: Me equivoqué en un punto por no haberme puesto mis anteojos. Se los puso, pero a pesar de ver mejor, le fue imposible reparar el error. Primero deshizo algunos puntos, luego, desarmó toda la corrida, pero en cuanto trató de volver a meter los palillos en los puntos no pudo, porque la lana era de una madeja especial, pues tenía dos colores, ya que eran dos lanas diferentes que habían sido unidas así de fábrica. Tras unos cuantos minutos, finalmente se dio por vencida y deshizo todo su trabajo, es decir, tuvo que volver a comenzar desde cero.
Cuando vi todo esto, no pude dejar de pensar que lo mismo pasa con el pecado. Basta un solo pecado para arruinar «todo el tejido». Y por más que queramos enmendar el error cometido buscando una forma de solucionarlo por nuestros propios medios, nos es imposible; y lo peor es que lo único que conseguimos es arruinar más «el tejido» espiritual. A causa del único pecado de Adán y Eva la creación fue maldita (Génesis 3:17), así como la muerte, la cual fue introducida por el pecado (Romanos 5:12), ya que antes no existía. Así de devastador es un único pecado, ¡cuántos más estragos causan miles de pecados cometidos a diario!
Pero a diferencia de nuestros vanos intentos de solucionar el problema del pecado, Dios hace todas las cosas nuevas, pues así lo manifiesta en su Palabra:
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. (Apocalipsis 21:5)
Dios no trata de arreglar «un viejo tejido» lleno de errores, sino que hace «un nuevo tejido» cuando nos redime de nuestros pecados. Esa es la belleza de la obra de nuestro Dios, y su inmenso poder para salvarnos, ya que nos hace nuevas criaturas:
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:10)
Porque para Dios, «un solo punto» o «muchos puntos», no son un problema a la hora de salvar a una de sus criaturas.
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