Porque por fe andamos, no por vista. (2 Corintios 5:7)
Los que seguimos a Cristo, debemos hacerlo por fe. Es un proceso que se desarrolla paso a paso. Los días en los que estamos viviendo son cada vez más inciertos; son como un excursionista que va por una vereda estrecha en una montaña y no puede ver el sendero que tiene por delante. A veces el camino está claramente marcado delante de él. Otras, da un giro abrupto hacia la derecha o hacia la izquierda; se hace escabroso o cenagoso; y se eleva o desciende escarpadamente. Todo lo que aquel excursionista sabe, es que debe dar el siguiente paso, aunque no tiene certeza alguna de lo que ha de pasar.
Pero a diferencia del andar incierto del excursionista, nuestro andar espiritual por fe como creyentes es seguro. A través de la guía de nuestro buen pastor, tenemos plena certeza de que podemos seguir adelante con plena confianza de que llegaremos a nuestro destino. Podemos confiar en este piloto celestial que conoce cada paso que hemos de dar, aunque nosotros no lo sepamos.
Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. (Salmos 139:2–5)
Puede que nos encontremos al borde de un camino que se ve sombrío, desconocido y poco auspicioso en este año 2022 que se nos viene por delante. Sabemos que debemos avanzar, pero no logramos ver más allá de «unos metros» y eso nos hace temer. No obstante, la promesa de Dios es clara: «Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia» (Isaías 41:9–10).
Dios nos ha traído hasta aquí, no para abandonarnos, sino para mostrarnos –tal vez como nunca antes en nuestras vidas– que podemos confiar en Él completamente. Así que, sigamos adelante, sin temor, teniendo plena certeza que Dios vela por nuestro futuro, «de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré» (Hebreos 13:6).
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