top of page

Un abogado en los cielos

  • 22 ene
  • 2 Min. de lectura



Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. (1 Juan 1:9–10; 2:1)


En estos versículos, el apóstol Juan nos recuerda dos verdades esenciales para nuestra vida cristiana: la realidad del pecado y la esperanza del perdón. Como hijos de Dios, vivimos en una constante lucha contra nuestra naturaleza pecaminosa. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, fallamos y pecamos. Sin embargo, las Escrituras nos dan una promesa que llena de esperanza: si confesamos nuestros pecados, Dios, en su fidelidad y justicia, nos perdona por medio de su Hijo.


Confesar nuestros pecados no es simplemente reconocer que hemos hecho algo malo; es un acto de humildad que reconoce nuestra necesidad de la gracia de Dios. Al hacerlo, reconocemos que no podemos salvarnos por nosotros mismos y que solo la sangre de Jesucristo puede limpiarnos. No importa cuán grande o pequeño sea el pecado, su gracia es siempre suficiente.


El apóstol Juan también nos advierte contra el autoengaño. Porque si decimos que no hemos pecado, no solo negamos nuestra realidad humana, sino que estamos llamando a Dios mentiroso. Y reconocer nuestro pecado nos lleva a depender más de Dios y a caminar en la luz de su verdad.


Finalmente, en 1 Juan 2:1, encontramos una maravillosa declaración: aunque Dios no desea que pequemos, sabe que aún podemos caer. Por eso, tenemos un abogado perfecto en Jesucristo. Él intercede por nosotros ante el Padre, no basado en nuestras obras, sino en su justicia. Este conocimiento no nos da licencia para pecar, sino que nos llena de gratitud y nos motiva a vivir en santidad.


Mis hermanos, no debemos caer en el engaño del diablo de pecar libremente por tener un abogado en los cielos, sino que debemos procurar vivir en santidad, tal como nos manda nuestro Dios.

Comments


bottom of page