Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. (Marcos 10:22 RVR60)
Y el eunuco [...] siguió gozoso su camino. (Hechos 8:39 RVR60)
Los versículos de hoy son la conclusión de dos encuentros relatados en las Escrituras.
En el primero, un joven acudió a Jesús y le preguntó qué debía hacer para tener la vida eterna. La respuesta del Señor fue clara: si uno verdaderamente quiere hacer lo necesario para adquirirla, debe cumplir el 100% de la ley mosaica, no basta con cumplir el 99,9% de los mandamientos de Dios. Pues dice su Palabra: «Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos» (Santiago 2:10 RVR60).
No obstante, cumplir a cabalidad todas las leyes de Dios es imposible para los seres humanos. Cuando el Señor Jesús le mencionó los mandamientos a aquel joven rico, él dijo que los había cumplido todos desde su juventud, pero el Señor Jesús, siendo Dios, conocía el corazón de aquel joven, por eso le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz» ¿Cuál fue la reacción del joven: «Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones» (Marcos 10:21–22 RVR60). Tristemente, las riquezas tenían más valor que la vida eterna para este joven, por eso se fue triste.
El segundo versículo del encabezado, es parte del relato de un alto dignatario del reino de Etiopía que volvía a su tierra tras haber ido a adorar a Dios en Jerusalén. Dios, quien conocía su corazón, le envió a Felipe, quien era un evangelista, para instruirlo. El etíope estaba leyendo esto:
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. (Isaías 53:7 RVR60)
Y como no lo entendía, le preguntó a Felipe de quién hablaba el profeta, entonces él le explicó que hablaba del Señor Jesús. Tras aquella explicación, aquel eunuco comprendió el mensaje de la gracia, entendió que lo único que hay que hacer para obtener la salvación del alma es aceptar el regalo divino, el cual fue conseguido a través de la muerte del Señor Jesús en la cruz del Calvario. ¿Cuál fue el resultado? «Siguió gozoso su camino».
Estimado lector, usted también puede tener esta misma experiencia de este hombre etíope. Crea en el Señor Jesús y Él le dará el perdón de sus pecados y su corazón será lleno de gozo y felicidad, tal como pasó con aquel eunuco. Pero por sobre todas las cosas, no sea como aquel joven rico que despreció el regalo de la salvación de Dios por amar más las riquezas de este mundo.
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