Alexis Sazo
Tres tiempos de confianza

Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. (Hebreos 11:31)
Rahab tenía una fe extraordinaria. Aunque parecía imposible que el ejército de Josué, que no tenía armamento o equipamiento que pudiese derribar o para escalar los muros de Jericó, ella se acordó de lo que Dios había hecho por los israelitas en el pasado, como salieron con mano poderosa desde Egipto y como habían destruido a los reyes del otro lado del Jordán. Por eso puso su confianza en el Dios de Israel protegiendo a los espías y arriesgando su futuro, con la esperanza de que Dios iba a hacer lo que parecía imposible, destruir Jericó. Su confianza en Dios incluía el pasado, el presente y el futuro.
Un pastor dijo una vez: «He tenido la oportunidad de ministrar a creyentes que sufren y que están en lecho de muerte, los cuales han manejado su dolor con serenidad y enfrentando la muerte con esperanza. Algunos pueden considerar a dichas personas ingenuas o bobas, pero es porque ellos no conocen los tres tiempos de la confianza en Dios».
Con respecto al pasado, sabemos que Dios ha demostrado su amor y su poder, especialmente al dar a su Hijo para que muriese por nuestra salvación (Romanos 5:8), para luego resucitarlo con poder (Romanos 1:4). En el presente, Dios nos habla por medio de su Palabra (Hebreos 1:1–4), escucha nuestras oraciones (Mateo 7:7–11), y nos da gracia por medio de las pruebas (2 Corintios 1:3–4). Mientras que para el futuro, Dios nos promete que viviremos con Él para siempre (1 Tesalonicenses 4:17).
Por lo tanto, hermanos, recordemos que la confianza implica tres tiempos: pasado, presente y futuro. Reflexionemos acerca de la fidelidad de Dios en el pasado, pero también en el presente, sobre todo cuando estamos atravesando fuertes pruebas. De esta forma tendremos una buena razón para confiar en Él acerca del futuro. ¡Qué Dios tan maravilloso!
Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. (Apocalipsis 22:16–17)