Temer solo a Dios

Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos. (Lucas 12:7)

Este pasaje comienza con un mandato desafiante, pero lleno de consuelo: «No teman». El Señor Jesús nos habla sobre el verdadero temor que debe gobernar nuestras vidas, pero también nos ofrece una promesa que trae paz a nuestras almas.

Él nos enseña que no debemos temer a los hombres ni a las circunstancias que puedan afectarnos en este mundo. Nada de lo que enfrentemos aquí, ni siquiera la amenaza de la muerte, tiene el poder definitivo sobre nuestra eternidad. Solo Dios tiene esa autoridad, y su justicia está siempre equilibrada por su amor y gracia.

Luego, el Señor nos recuerda algo profundamente consolador: Dios no olvida ni siquiera a los pajarillos más pequeños, que son insignificantes en términos humanos. Y si Él se preocupa por ellos, ¡cuánto más lo hace por nosotros, quienes somos su obra más amada! Cada detalle de nuestra vida, incluso los cabellos de nuestra cabeza, están contados, es decir, están bajo su cuidado amoroso y atento.

Este conocimiento nos libera del miedo y nos llena de confianza en la soberanía de Dios. Además, nos enseña que nuestro valor no proviene de lo que poseemos o hacemos, sino que nuestro valor está dado por Cristo, por quien se nos constituyó hijos de un Padre celestial que nos conoce íntimamente y nos ama incondicionalmente.

Mis hermanos, ¿hay algo que nos esté causando temor? Recordemos que el Dios que conoce aun el número de los cabellos de nuestra cabeza, está con nosotros. Esto es lo hermoso, no hay problema demasiado grande ni detalle demasiado pequeño que escape a su atención. Se nos ofrece un descanso y un alivio si entregamos nuestros miedos y caminamos en la seguridad de su amor.

Que Dios nos ayude a descansar de todo temor, confiando en esta maravillosa certeza que tenemos los que hemos creído en Cristo como nuestro Salvador. Pues al único que debemos temer es a nuestro Dios.