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Su misericordia se renueva diariamente



Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. (Lamentaciones 3:22)


En medio de la angustia y el dolor, el profeta Jeremías escribe estas palabras en el libro de Lamentaciones. El contexto es devastador: la ciudad de Jerusalén ha sido destruida, el pueblo de Dios ha caído en la ruina, y las consecuencias del pecado parecen insoportables. Sin embargo, en medio de esa oscuridad, Jeremías encuentra esperanza en una verdad eterna: la misericordia de Dios nunca termina.


A menudo, en nuestras vidas, enfrentamos momentos de prueba en los que pareciera que todo está perdido. Las circunstancias son difíciles, los errores del pasado o las batallas internas nos pueden llevar a sentirnos consumidos. Pero este versículo nos recuerda algo maravilloso: no es por nuestra fuerza o mérito que permanecemos de pie, sino por la infinita misericordia de Dios.


La palabra «misericordia» no solo nos habla del amor constante, fiel y compasivo de Dios hacia su pueblo, sino que además nos deja entrever su significado: Hacerle el bien a quien no se lo merece. A través de la misericordia, Dios nos muestra su amor, uno que no se agota ni se desvanece, incluso cuando nosotros fallamos. Y cada mañana, sus misericordias son renovadas, dándonos la oportunidad de comenzar de nuevo, de recibir su gracia y experimentar su fidelidad.


¿Hemos pensado alguna vez qué pasaría si por un día Dios no renovara su misericordia? Pero gracias sean dadas a nuestro Dios, que es grande en misericordia, y cada día nos la muestra. Al mismo tiempo, la misericordia de Dios se relaciona con su bondad, puesto que el Señor dijo: «Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos» (Mateo 5:44–45).


Permitamos que este verdad nos llene de gratitud y esperanza. Si estamos pasando por un tiempo difícil, recordemos que su misericordia no tiene fin. Confiemos en que Dios sigue siendo fiel y nunca nos dejará solos.


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