A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. (Romanos 1.14–15 RVR60)
Cuando meditamos en la cruz de Cristo, en la Salvación tan grande que se nos dio y que no podemos descuidar (Hebreos 2.3), nos sentimos absolutamente deudores, porque no existe (ni existirá) manera en que podamos pagarle a Dios por lo que ha hecho por nosotros. Y muchas veces, debido a ello, nos quedamos quietos sin hacer nada, ya que no tenemos forma de pagarle al Señor. Pero encontré una ilustración que me gustaría compartirles que nos ilustra que podemos hacer algo más:
Una señora que compraba en un supermercado, calculó mal el valor de los productos que llevaba versus el dinero con el que contaba. Al llegar a la caja para pagar se dio cuenta que le faltaban cuatro dólares. Entonces, el hombre que estaba detrás de ella en la fila, la vio buscando en su cartera el dinero que le faltaba sin ningún éxito; por lo que le hizo señas al cajero para que le cobrara esos cuatro dólares a su cuenta. El hombre, modestamente rehusó darle el nombre a la mujer.
Unos días más tarde, el períodico local publicó que una institución benéfica había recibido un cheque de cuatro dólares con la siguiente nota: «este cheque es por el hombre que me ayudó a salir de un aprieto. Se me ocurrió que podía dárselo a ustedes en agradecimiento a lo que él hizo por mí».
Acá vemos un principio espiritual muy importante para nuestras vidas. Ya que no podemos pagarle al Señor por lo que Él hizo; por lo tanto, deberíamos mostrar la misma generosidad que se nos ha mostrado a nosotros. Y esto que acabo de decir, guarda relación con los versículos citados al principio, que el apóstol Pablo le dijo a los romanos. La manera de «pagar» del apóstol fue predicando el evangelio a toda persona y en todo lugar que visitaba. Claro, jamás pudo pagar su deuda al Señor, pero eso no le impidió mostrar su gratitud abiertamente. Al decir esto, viene a mi mente el siguiente versículo:
Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. (Lucas 7.47 RVR60)
Hermanos, no debemos pensar que porque no podemos pagar a Dios por nuestra salvación, no le debemos nada. Tenemos una deuda con Él por todo lo que hizo. Y lo menos que podemos hacer es mostrar nuestro agradecimiento hablándoles a otros de nuestro Señor y Salvador, Jesús.
De gracia recibisteis, dad de gracia. (Mateo 10.8 RVR60)
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