top of page

Solo Cristo puede limpiarnos

  • 21 abr
  • 1 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/VAMxGxZGRGE


¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado? (Proverbios 20:9)


Este versículo es una pregunta retórica, directa y penetrante. El escritor de Proverbios nos enfrenta con una verdad que muchos preferimos evitar: nadie puede declarar sinceramente que ha limpiado completamente su corazón o que está libre de pecado.


En un mundo donde se premia la autosuficiencia y donde muchos creen que pueden “mejorarse” a sí mismos con esfuerzo, este versículo es un recordatorio de nuestra condición espiritual real. Aunque podamos cambiar hábitos, mejorar conductas o aparentar una vida correcta, la raíz del pecado permanece en nuestro corazón. No podemos autopurificarnos.


Este versículo nos lleva de la mano hacia una gran necesidad: la gracia de Dios y la obra redentora de Cristo. Solo Jesús tiene el poder de limpiar nuestro corazón, porque solo Él fue sin pecado, y su sangre fue derramada para ofrecernos ese perdón que no podríamos conseguir por nuestros propios medios.


David lo entendió cuando clamó: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (Salmo 51:10). Él sabía que no podía crearlo por sí mismo. Solo Dios podía hacerlo. Entonces, este proverbio no es una declaración de desesperanza, sino una invitación humilde a acudir a Aquel que sí puede limpiarnos. Es una oportunidad para dejar de confiar en nuestras fuerzas y correr hacia la cruz de Cristo, donde la limpieza verdadera es ofrecida gratuitamente.

Comments


bottom of page